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15 trucos para calmar a un niño


1. La técnica de la radio

Si chilla o habla demasiado alto, dile que se imagine que es una radio y que le vas a ayudar a bajarle el volumen. Haz como si tuviera un botón en la mano que utilizarás para bajarle el sonido. Explícaselo: “¿Ves?, apretando aquí puedo bajar tu volumen”. Recuerda que también tú tendrás que hablar bajito. Puedes añadir: “Vamos a crear una radio secreta para los dos y seremos los únicos que podremos escucharla”.


2. Enséñale el “juego de la estatua”

Explícale que puede saltar y bailar todo lo que quiera pero que a tu señal, tendrá que quedarse completamente inmóvil. Proponle una recompensa. Si se mueve lo más mínimo, habrá perdido y tendrá que volver a empezar.

3. El juego de la tortuga

Si cuando estás en la calle se pone a correr como un loco delante de ti, proponle jugar al “juego de la tortuga”: la tortuga tiene que desplazarse muy despacio moviendo la cabeza de un lado a otro para localizar los obstáculos. Dile que se vaya fijando en todo lo que ve. Después dale las gracias e insiste en que si no fuera por él, habría un montón de cosas que te hubieras perdido.


4. ¡A respirar!

Enséñale a respirar lentamente con la barriga y explícale que los “artistas” (cantantes, humoristas, bailarines) lo hacen para controlar su voz y/o sus movimientos. Para ayudarle, coloca tu mano en su barriga y dile que la tiene que inflar “como un globo” y luego expulsar el aire para que el globo se desinfle.


5.Vuelve a conectarle con su cuerpo


Primero dale de beber un vaso de agua y después proponle sacudir todo el cuerpo para sentir su efecto. Dile que observe las sensaciones de su interior permaneciendo inmóvil. También le puedes dar una tarea para que concentre su exceso de energía en una actividad: “Vete corriendo a la cocina y coge las servilletas”.


- Isabelle Filliozat, psicóloga clínica y psicoterapeuta


6.El papelito

Dile que sople un papelito dentro de un vaso de agua o que haga pompas de jabón. Esto calmará inmediatamente su respiración y su ritmo cardíaco.


7. Mantén ocupados a los más pequeños y ponle límites a los mayores

El más pequeño, sobre todo si acaba de aprender a andar, necesita moverse para interactuar con lo que le rodea. ¡Es su manera natural de desarrollarse! Puede que ese entorno, a veces desconocido, le cree inseguridad y tenga que apropiarse de él para dominarlo.


Si molesta demasiado a los adultos, lo mejor es mantenerlo ocupado anticipándose a la situación y dándole algo (juguetes, libros, música, y por qué no, un pequeño tentempié) que le permita concentrar su atención.


Para los mayores (4 años y más), la situación es diferente. El niño ya ha desarrollado un “superyó” capaz de integrar consignas y de aplicarlas. No dudes en expresarle claramente lo que esperas de él. Puedes invitarle a que se calme diciéndole que se siente o que se acueste en un lugar durante un tiempo determinado, sin que esta opción parezca un castigo.

8. Plantearse las preguntas adecuadas

¡Las soluciones mágicas no existen! Para cada niño será diferente: distraerle, hablarle, llamar su atención para que esté concentrado en algo y que no se altere por cualquier cosa. Cada padre hace lo que puede y al mismo tiempo también se altera intentando encontrar soluciones que, como podemos constatar la mayoría de las veces, no funcionan… Debemos hacernos las preguntas adecuadas. El niño no está inquieto “por casualidad”, es la vía de escape de su angustia. Un indicador rojo para avisarnos de que algo no va bien… Nuestra tarea es averiguar el qué para responder de manera eficaz a esa inquietud. La causa puede ser tan diferente como el nacimiento de un hermanito, un problema de pareja o la muerte de un familiar. El niño, afectado por estos acontecimientos va a reaccionar mediante un síntoma: pis en la cama, fracaso escolar, agitación…


9. Estar atentos al contexto ¿Te has fijado desde cuándo está inquieto? ¿Es consecuencia de un acontecimiento intrafamiliar: nacimiento de un hermanito o hermanita? ¿Mamá está esperando otro bebé? ¿Uno de los abuelos está enfermo? ¿Qué pasaba con los padres cuando tenía la edad que tiene su hijo ahora? ¿El niño se altera cuando los padres tienen un conflicto de pareja? ¿La agitación está acompañada de otros síntomas (¿duerme bien y se acuesta temprano? ¿Come bien?...)?

La agitación puede significar que el niño está atravesando lo que el pediatra Thomas Berry Brazelton denomina un “punto fuerte”. Con cada nueva adquisición, el niño se desajusta porque está en plena etapa de desarrollo. Es bueno hablar de ello con el pediatra o ver a un psiquiatra infantil si el problema se arraiga o persiste.

10. Ayúdale a desfogarse

Proponle actividades para cansarle, sobre todo en los días de lluvia: bailar con una música movida, gritar lo más alto posible, saltar en la cama o en un colchón, saltar en el sitio durante el mayor tiempo posible, hacer guerras de almohadas, jugar en la bañera con derecho a salpicar (dentro de lo razonable), etc.


11. Actuar sobre uno mismo antes que sobre el niño

Mientras van en el autobús, grita, pone los pies en el asiento o encima de la señora de en frente. Exprésale en voz alta cuáles son sus límites: “¡Cuidado con la señora!”. Si está demasiado nervioso no vale la pena hacerle entrar en razón. Lo mejor es cogerle en brazos, para un cuerpo a cuerpo con el fin de ayudarle a mantener la compostura. Se calmará progresivamente. Y quizás acabe por dormirse. Esto será todavía más eficaz si tú también has sabido mantener la calma.

12. Dale tiempo para descubrir

No es capaz de estar a la mesa, se levanta, vuelve a su sitio, molesta a sus hermanos y hermanas... Quizá estás intentando tratarle demasiado como a un adulto (queriendo que esté quieto delante del plato), cuando todavía no lo es.

No se aprende a vivir en comunidad de la noche a la mañana. Su nerviosismo te quiere indicar algo: no le gusta lo que hay de comer o no tiene ganas de estar sentado a la mesa, a veces es demasiado tiempo para su edad.

En lugar de obligarle a comer, deja que se levante sin olvidar decirle: “Si ya no tienes hambre, lo comerás más tarde”.

13. Sal de los sitios

Estás en el cine y no para de moverse, habla alto, molesta a los espectadores, y se dedica a comentar todas las escenas. Un niño tiene que comprender que debe respetar las normas del cine y de la vida en sociedad. Dile: “Peor para ti, si no respetas las normas del cine no vamos a poder quedarnos. No te estamos pidiendo que te portes bien para complacer a mamá y a papá, sino porque hay más personas que tú aquí dentro”. Y si sigue: ¡sálgan!

14. Intenta estar realmente presente cuando estás con él

Un niño que está inquieto suele ser un niño que quiere llamar la atención. Seguramente porque estás absorbido/a por una preocupación, un problema o porque estás deprimido/a. El niño siente que tienes la cabeza en otra parte, lejos de él. A no ser que esté buscando su sitio (todavía no muy bien definido) en la hermandad y en el seno de la familia. ¿Es el más pequeño? ¿Recibe suficiente atención? ¿Ha nacido después de un duelo?


Intenta dedicarle tiempo solo a él, juega con él para que gane suficiente seguridad y luego sea capaz de hacerlo solo. Por ejemplo, podéis empezar jugando juntos y después de un rato, decirle que tienes algo que hacer y que puede seguir él solo. Ganará confianza y tranquilidad.

15. Avísale siempre antes de las cosas


Es un pequeño detalle pero tiene su importancia. Procura expresarle oralmente que en 10 minutos será la hora de sentarse a la mesa, de ir a bañarse, de entrar en casa, de ir a acostarse, etc. Un niño prevenido reaccionará de manera más sosegada ante el anuncio de un cambio de actividad, sea cual sea.


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