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¿La cruz del matrimonio? (3)


“…que se niegue a sí mismo …”

Desde el punto de vista psicológico, esta expresión se refiere al abandono o transformación de hábitos, actitudes y características inadecuadas que forman parte de la manera de ser de cada persona e influyen negativamente en la relación matrimonial.


Es, a la vez, una tarea personal y de los esposos, e implica desarrollar las estrategias que ayudarán a efectuar cambios en el comportamiento y a eliminar o sustituir factores inconvenientes para la convivencia diaria.


En esta parte del pasaje, el verbo en el cual el Señor hace énfasis es negar(se). La Real Academia Española de la Lengua define la expresión negarse a sí mismo, como no ceder a los deseos y apetitos propios y ajustar el comportamiento conforme a las enseñanzas del evangelio.


En relación con el matrimonio y en concordancia con el sentido del pasaje bíblico que nos ocupa, entendemos ese negarse a sí mismo como el no ceder a los actos, deseos y tendencias que deterioran la relación matrimonial y reflejan egoísmo, rivalidad, dureza de corazón, violencia, desamor, excesos y defectos de carácter, que pueden llegar a ser el pan diario de la vida matrimonial y acumular efectos nefastos en la mente y el corazón de los esposos.


Implica sentir auténtico amor para iniciar y sostener esos cambios deseados y contar con el apoyo emocional y pedagógico del esposo(a). En la medida en que esto se vaya haciendo realidad, podrá favorecerse el surgimiento de matrimonios sanos conforme a la voluntad de Dios. ¿Es algo que los matrimonios están haciendo adecuadamente? ¿existe en ellos un verdadero espíritu de entrega por amor?


Desde el punto de vista espiritual/religioso, la expresión negarse a sí mismo se refiere a la purificación de toda influencia ajena o incompatible con la auténtica doctrina inspirada por Dios a la Iglesia católica.


Existen tendencias que niegan la legitimidad del sacramento del matrimonio y difunden conceptos distorsionados que confunden o desvían a muchos católicos. La Iglesia alerta constantemente sobre los ataques a la fe y advierte los riesgos que esto implica.


Sin embargo, muchos católicos aceptan y defienden enseñanzas y prácticas que no solamente son incompatibles con la doctrina de la Iglesia, sino que son perjudiciales para su vida familiar y ponen en riesgo su salvación.


Las actividades de la nueva era, la infiltración de conceptos y prácticas de otras religiones, el incremento de la secularización y el abandono de la religión, hacen que muchos matrimonios católicos sufran deterioro progresivo y entren en una especie de cuidados intensivos, con una probabilidad muy alta de presentar ruptura o fracaso.


¿Los matrimonios católicos, ven estos riesgos, depuran y viven su fe adecuadamente? ¿revisan si su matrimonio está fundamentado en la auténtica enseñanza católica o si está contaminado por conceptos, prácticas y creencias incompatibles con ella? ¿toman los correctivos necesarios y lo hacen oportunamente?

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