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Hablar de sexo a los niños


Hablar de sexo a los niños:


Tarea un poco difícil, pero los llamados a hacerlo somos los propios padres de familia, este tema no debe ser relegado a nadie más.


Se han inventado unos libros, cartillas que de verdad al observarlas da miedo, terror, de ver lo que les quieren enseñar a nuestros hijos. Ellos, los niños nos hacen preguntas con mucha frecuencia acerca del sexo. Se les puede hablar de una forma sencilla sin llegar a detalles, usar lenguaje sencillo y de acuerdo a su edad. Ellos entenderán fácilmente, y cada vez que nos pregunten no los dejemos con la duda, ya que ellos pueden buscar respuestas en otra parte y lo que hacen es tergiversar el sexo con respuestas inadecuadas y que el niño se forme ideas erradas del mismo. Hablar con ellos y darles explicaciones de una forma que sea progresiva de acuerdo a su edad y de los cambios que su cuerpo vaya presentando a medida que crece.


Por eso es muy importante ir mostrándole a nuestros hijos las partes de su cuerpo como algo hermoso, hechura de Dios, todo lo que Dios hizo es perfecto así como le señalamos la nariz, los ojos la boca y le hablamos para que sirve cada una de ellas es la parte intima; cada explicación deber ser sencilla y sin crear nada malicioso, que vea con naturalidad su cuerpo y se identifique como hombre o como mujer. Tal como Dios nos ha creado, como pareja que ha sido instituida por Dios con una mamá y un papá, que vea y sienta su hogar como modelo de vida. Hoy vemos con mucha tristeza como están acabando con la pareja, ya no son las parejas como tal, hombre y mujer, se les están enseñando unas mezclas a los niños que pueden confundirlos, por esto es importante hacerles claridad desde un comienzo y que el concepto del amor de Dios en la pareja siga creciendo y fundamente al niño para el futuro, que no vea la tergiversación como algo natural, porque realmente no lo es. No permitamos de ninguna manera que nuestros hijos se dejen desviar por lo que ven en la televisión, o por lo que viven en otros ambientes ajenos a su vida diaria en el hogar.


Los papá son los seres que más deben estar pendientes de sus hijos y en cada etapa de la vida de ellos hablarles de acuerdo a los cambios que vayan teniendo, cada uno debe saber cuál es su rol, a qué está llamado, por eso debe ir gradualmente, como ya lo he dicho anteriormente. Sus compañeros de colegio o sus vecinos no son los mejores para explicarle a nuestros hijos sobre este tema, somos los padres de familia que como conocedores de nuestros hijos sabemos cómo abordarlos y como hablarles de esto. El colegio no es tampoco el más confiable, ya sabemos que la educación que imparten allí no es la mejor, quieren llevar a nuestros niños a un despertar temprano a algo que no entienden, que su cabecita se les vuelve una encrucijada cada vez que les hablan de temas que para los niños resulta pesado, llevándolos a experiencias tempranas, que lo único que hacen es conducirlos a desviar el verdadero concepto del sexo, a confundirlos y hacerles vivir algo que debió esperar, que es bueno y que tiene su momento y que no es precisamente despertarlo a tan temprana edad.


No permitamos que les roben a nuestro hijos su inocencia tan temprano, ellos se deben preocupar más por jugar, por estar disfrutando de su familia, de sus hermanos, de las tareas de su colegio, de formarse para el crecimiento de sus vidas y que al llegar a la edad de la adolescencia no estén confundidos y no sepan para qué lado coger. Que se identifiquen como niño o niña y que su formación sea la que le han dado sus padres y no la que les han deformado en el colegio, que se identifique el hombre con su padre y la niña con su madre, cada rol es diferente, que pueda identificarse como tal.


Es vergonzoso ver cómo en los diferentes programas ya nos están acostumbrando a que si no hay una pareja del mismo sexo no se vende, o a que haya una persona con su sexo identificándose de forma contraria, nos venden unas ideas erróneas y esto se le debe explicar a los hijos. Que sepan qué es correcto y qué no, ya que hacen unos chistes y unas parodias que confunden. Si por casualidad vemos un programa de estos, hay que explicarles a nuestros hijos lo que debe y no debe ser, ser permisivos es confundirlos y dejar que se confundan.


Con dolor oímos en la radio, o vemos en la televisión programas, canciones, novelas, que no forman, yo diría deforman a nuestros hijos, y que los hacen hacer sentir sensaciones equivocadas, en muchas ocasiones nos confundimos nosotros mismos al ver un chico en la calle, no lo distinguimos porque su vestimenta, su cabello nos confunde. Con tristeza también tengo que decir que hay papás y mamás que son permisivas (vos) con sus hijos, desde pequeños los enfundan en unas modas que no los dejan identificar como son, o niños o niñas, es tan hermoso ver a una niña con sus vestiditos talladitos en la cintura de encajes y no tan largos pero tampoco tan cortos, con sus moñitas, a los niños con sus pantalones bien llevados y sus camisas bien puestas, que se vean que son tanto niña como niño. Nos hemos vuelto esclavos de una moda que a veces parece echa de plumas de la gallina chirosa.


Y qué decir de su vocabulario, las niñas con unas expresiones que dan ganas de llorar, niñas fumando en la calle, se les ha perdido la parte tierna, femenina que tanto se inculcaba en otras épocas, al igual que la caballerosidad de los hombres, en la televisión les están inculcando un vocabulario que de verdad es vergonzoso, unas costumbres que para nada educan, unas novelas en las que solo hay violencia, sexo desenfrenado con quien sea, sin medir las consecuencias y eso es lo que los hijos están aprendiendo desafortunadamente; sí es bueno ser moderno y estar al día en muchas de las cosas que el mundo moderno exige, pero sin exagerar.


No hay que llegar al extremos de que nuestros hijos sean educados por la televisión, por la empleada del servicio, por el vecino o la vecina, hay tantos peligros, pues no sabemos quién es el vecino, la vecina, lo que le pueden enseñar a nuestros hijos, los peligros que pueden correr al dejarlos al cuidado de un desconocido, o de alguien que amablemente se ofrece a cuidarlos ganándose nuestra confianza. Abramos el ojo padres de familia, en muchas ocasiones ni el colegio es confiable y por muchas razones.

Es muy difícil que hoy en día en muchas partes se lea la Biblia. El libro de Proverbios está lleno de las instrucciones dadas por Salomón a sus hijos. El hijo es exhortado a aprender de esta instrucción, y el resultado de la aplicación del conocimiento aprendido se llama sabiduría. La Escritura dice mucho sobre el proceso de la educación, y comienza con los padres y el niño. El mandato a los padres es criar a sus hijos en el Señor (Efesios 6:4), y la palabra griega paideia ("criar") conlleva la idea de formación, educación, instrucción y disciplina.


Al aprender los niños acerca de Dios, se les da la oportunidad de honrar a sus padres con sabiduría, y la base de ese honor es el proceso en curso de la educación y la aplicación de lo aprendido. Salomón nos dice que el fundamento de todo conocimiento verdadero es el temor de Yahvé (Proverbios 1:7). La palabra "temor" aquí no tiene la idea de terror o espanto, pero más bien es admiración y reverencia por la santidad y la majestad de Dios, y una renuencia de defraudarle o desobedecerle. Jesucristo dijo que cuando conocemos la verdad, la verdad nos hará libres (Juan 8:32). La libertad del temor proviene de ser educado en la verdad.

En Romanos, el apóstol Pablo utiliza la palabra "saber" o "sabiendo" once veces. ¿Qué debemos saber? Debemos educarnos a nosotros mismos en la palabra de Dios, para cuando adquirimos conocimiento espiritual, podemos entonces aplicar ese conocimiento a nuestras vidas en maneras prácticas, sometiéndonos a él y utilizando este conocimiento piadoso para servir al Señor en espíritu y en verdad (Romanos 6:11-13). El viejo refrán es, "No podemos usar lo que no sabemos". Este principio es doblemente cierto cuando se trata de la educación bíblica. ¿Cómo nos educamos en el sentido bíblico? ¡Leemos, estudiamos, memorizamos y meditamos en la palabra de Dios!

El apóstol Pablo amonestó a Timoteo que deberíamos "procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados" (2ª Timoteo 2:15). La palabra griega traducida "procurar" significa dar diligencia, ejercer uno mismo, o darse prisa para aplicar uno mismo. Por lo tanto, para poder aprender o educarnos a nosotros mismos, nos dicen que nos apliquemos a estudiar con diligencia la palabra de Dios. La razón también se encuentra en la segunda carta de Pablo a Timoteo. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2ª Timoteo 3:16-17). La idea aquí es que la palabra de Dios nos perfecciona o nos madura y equipa para ser siervos educados y fieles.

La educación bíblica equipa a los creyentes, para que Dios sea capaz de realizar en ellos ese trabajo que él ha ordenado (Efesios 2:10). La educación nos transforma por la renovación de nuestras mentes (Romanos 12:2), el proceso en curso de aplicar el conocimiento con la mente de Jesucristo, "el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1ª Corintios 1:30) y se pueda interpretar al amparo del Espíritu Santo y que los pasajes que nos hablan de la educación de los hijos los pasemos por alto, Dios ha sido sabio, es sabio y nos muestra de varias maneras como educar, pues estoy segura que Él nos tomará cuentas de lo que hemos hecho de nuestros hijos.


La formación es muy importante, la claridad con que le hablemos y la confianza con la que lo hacemos, ellos deben acudir siempre a nosotros en sus momentos de dificultad, cuando han tenido experiencias que los llevan a estar tristes debemos ser esos papás que están a su lado, ellos siempre necesitarán de nosotros así crean que yo no nos necesitan siempre acuden a nosotros cuando hay problemas.


El amor entre la pareja no es pecado, a veces nos privamos de darnos un beso delante de nuestros hijos, al contrario es bueno que vean que su papá y su mamá se aman, que su amor es verdadero, que entre ellos hay expresiones afectivas y sexuales como parte de la expresión del amor y que eso une a la pareja constituida bajo el sacramento del matrimonio católico.


Hay que hablar con claridad del amor. Que si por casualidad tenemos relaciones sexuales en nuestra alocada juventud, se puede dar un embarazo y ese embarazo puede conducir a tener un hijo no deseado, y por lo tanto va traer consecuencias para toda la familia, para el sano desarrollo de ese bebé, de su madre, de su padre, que no están preparados para conformar una familia y que los puede llevar al fracaso, ya que sus cuerpos, sus mentes, no están lo suficientemente desarrolladas para asumir tal responsabilidad. Los adolescentes deben vivir sus etapas de acuerdo a cada una de ellas, sin esos cambios bruscos, al igual que cada etapa de nuestra vida.


Es muy importante saber con quién andan nuestros hijos, ya que la sociedad en muchas ocasiones les muestra unas falsas amistades, son personas que sólo buscan involucrarlos en el consumo de las drogas, de la pornografía, del sexo desenfrenado, de tantas cosas, que ellos despiertan de una manera abrupta a la vida, a una vida que no tiene límites, en la que nada es pecado según la modernidad, pero que desconocen totalmente las leyes de Dios, nuestra iglesia católica, y es muy importante, tal vez como ya lo dije en otro momento, mostrarles a nuestros hijos que las normas de Dios no pasan de moda, no son chapadas a la antigua y que Dios está vigente siempre.


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